Sonidos del pasado: recordando a Happy End – Sounds from the past: remembrance Happy End

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Una corta reseña de una de las bandas que marcó huella en la escena musical japonesa difícil de borrar, a propósito del fallecimiento de unos de sus integrantes, Eiichi Ohtaki. Sólo en español. – A short review about this band who has left a large footmark in the Japanese musical scene, due the recent death of one of its members, Eiichi Ohtaki. Only available in Spanish language.

Por: Pedro Suárez.
Fuentes: Youtube, Jap Rock Sampler, Magic Pop, Mark Newton, Japan Times y Exclaim.
Mientras muchos aguardaban un día más para despedir el 2013, artistas y fanáticos japoneses de la banda Happy End lloraban y despedían a uno de sus integrantes, Eiichi Ohtaki, quien murió a causa de un aneurisma causado al atragantarse  una fruta que estaba comiendo en su casa en la tarde del lunes 30 de diciembre. Tenía 65 años. Ohtaki fue muy recordado por muchos medios de comunicación especializados en su país debido a que no sólo fue un brillante productor musical sino además fue miembro fundador.
Eiichi Ohtaki tocando guitarra. (Foto: Japan Times)

Eiichi Ohtaki tocando guitarra. Foto: Japan Times.

Y para entender cómo la actual escena musical en Japón arroja frutos sonoros degustables a nuestros oídos, tenemos que remontarnos 4 décadas atrás para entender el fenómeno musical de los Happy End. Corría el año de 1969 y cuatro jóvenes con ideas revolucionarias y llenos de vitalidad por esos cambios que sacudían el mundo en esa era decidieron unir sus talentos musicales y vocales cantando juntos: Eiichi y Shigeru Suzuki comandarían las guitarras, mientras Haruomo Hosono se encargó del bajo y Takashi Matsumoto en la percusión. Su primer disco titulado Happy End fue grabado por el pequeño e independiente sello URC (Underground Records Club); sin embargo, Happy End serían fichados por King Records, donde lanzaron su álbum Kazemachi Roman en 1971. Su canción Kaze Wo Atsumete enamoraría a la directora estadounidense Sofia Coppola quien haría de pieza musical para su obra cumbre fílmica Lost In Translation (Perdidos en Tokio, 2003).
Posteriormente el cuarteto lanzaría su tercer y último disco en 1973: Happy End, el cual le dirían un adiós a su vida pública. En 1985 se reunirían nuevamente para actuar en vivo en el Aniversario Mundial de la Juventud Ahora Todos Juntos (国際青年年記念 ALL TOGETHER NOW) y grabar un álbum en vivo llamado The Happy End. Y eso fue lo más característico de Happy End: no se complicaban la vida; de ahí que su música y hasta su redundante título en su discografía denotaran que disfrutaban al máximo experimentar, estar horas y horas componiendo y grabando, tocar ante sus fans y no tener ciertos enredos musicales. Y por eso, la crítica musical y sus seguidores los adoraban.
Pero el rasgo principal de Happy End escuchando algunas canciones y por lo que se ganó ese elogio colectivo radicó en algo simple: afianzar su lengua y su cultura pero modernizando la música con los sonidos eclécticos avant-garde psicodélicos de Occidente, como una forma de protesta frente a la imposición del inglés por la industria musical en todo el mundo, sobre todo en Japón. A pesar que eran una banda muy popular y de tener en su tercer disco al productor Van Dyke Parks en el que grabaron en un estudio en Los Ángeles, sus miembros estuvieron muy decepcionados debido a la barrera idiomática existente, reafirmando su decision de no cantar en inglés. Prueba de ello es su tema Goodbye America, Good Bye Japan (さよならアメリカ さよならニッポン), cuya letra escrita por Hosono (actualmente, miembro fundador de Yellow Magic Orchestra) evidenció su desencanto.  
De hecho, Happy End se les endiosa como los Beatles japoneses al dejar una marcada influencia musical hasta hoy. Es por eso que muchas bandas japonesas que hemos entrevistado muestran una alta dosis hacia lo experimental y ecléctico, pero siempre cantando y componiendo en japonés para dejar claro que el rock japonés es algo único y nutrido por esas venas fluyendo música y creatividad.
Happy End, 1970. Foto: markhnewton.com

Happy End, 1970. Foto: markhnewton.com

Por todo ello, paz en la tumba de Eiichi y un agradecimiento a Happy End por dejarnos disfrutar los frutos de su cosecha musical diversificados para ser deliciosamente escuchados por nuestros oídos occidentales.

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